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El sufragio femenino y los gestos de la emancipación

En septiembre de 1947 se aprobó y promulgó la ley 13.010 que hizo posible que las mujeres votaran. Hasta ese momento el sufragio obligatorio, secreto y universal restringía su “universo” sólo a lo masculino, algo que había sido puesto en cuestión por diversos grupos de mujeres desde inicios de siglo XX.

Eva Perón promovió los derechos políticos de las mujeres entre gremios y diferentes organizaciones; y los días de septiembre la tuvieron como figura protagónica de la conquista femenina.

El nuevo derecho para las mujeres se entretejía en una historia de luchas y tropiezos que había comenzado en las décadas previas. Los años posteriores a la sanción del sufragio femenino significaron una enorme visibilización para las mujeres, sobre todo a través de la movilización del Partido Peronista Femenino, creado a instancias de Eva y de un activo grupo de mujeres.

La masividad de la asistencia femenina a los comicios de 1951 estuvo directamente ligada a esa capacidad de organización de las mujeres enroladas en el peronismo.

​Los gestos emancipatorios no fueron esquivos a la estrategia de las mujeres, quienes muchas veces se hicieron públicas en la escena política mediante métodos que interpelaron el orden establecido.

En 1919, Julieta Lanteri, feminista y librepensadora, concluyó que la mujer no podía votar según la ley pero que nada impedía que fuese elegida. Se presentó como candidata a diputada nacional en 1919 y en 1920 y, junto a otras mujeres, organizó un simulacro de sufragio femenino al que acudieron unas 4000 porteñas. Fue un modo de poner en evidencia la inequidad que significaba no reconocer a las mujeres como sujetos de derechos políticos.

En 1991, Argentina fue pionera en la región en lo relativo a la ampliación de la ciudadanía femenina. La igualdad de derechos políticos no era suficiente y podía coexistir con la inequidad en términos reales y sin que se modificasen las concepciones tradicionales acerca de los lugares de lo femenino y masculino. Una vez más, mujeres vinculadas a la arena política y que actuaban en el escenario parlamentario y extraparlamentario, advirtieron el retaceo que sus propias fuerzas presentaban a la hora de ocupar cargos tanto partidarios como representativos. El acuerdo entre mujeres de diferentes clivajes políticos y en una asociación colaborativa entre parlamentarias y miembros del movimiento de mujeres, promovió la ley de “cupo” que garantiza, a través de la reforma del código electoral, un mínimo de 30% de mujeres en las listas. Una medida que se puso en marcha pero que desde su existencia debió sortear varios obstáculos para su ejercicio real. vivasex

La movilización de mujeres, la interpelación a las normas desde lógicas disruptivas y la promoción de la equidad real a través de medidas de acción positiva, son escenas ocurridas en diferentes momentos y en coyunturas específicas que hacen difícil interpretar el recorrido de la condición femenina como algo lineal y sin tensiones, y no permiten suponer que se trate de productos de consensos absolutos o evidentes incluso dentro de la comunidad de mujeres. Sin embargo, son gestos cuya vinculación se expresa en su significante emancipatorio.

A 70 años de la sanción de la ley de sufragio femenino, el INIHEP- Museo Evita, se encuentra preparando una muestra que da cuenta del recorrido entre el voto y el cupo.